jueves, 23 de septiembre de 2010

Reflexion sobre el comportamiento de nuestros hijos en el Dia de la Primavera

Cuando hace 21 años, planeamos tener hijos, mi esposo y yo teníamos temores al escuchar que no era fácil tener y educar hijos en aquellos días ya que había muchos peligros y a ellos les tocaría enfrentar muchas adversidades. Eso sumado al hecho de ser padres por primera vez, el temor de no saber educarlos para la vida, nos aterrorizaba. Aun así, era fuerte el deseo de formar una familia, de ver los hijos crecer. Decidimos seguir adelante aun que con mucho temor. Tengo una hija hoy con 20 años y un hijo con casi 16. Gracias a Dios que no tuvimos temor en aquel entonces, porque nos hubiéramos privado de tantas cosas maravillosas, la sola presencia de ellos dos en nuestras vidas hoy es motivo para agradecer a Dios que nos los dieran.
No puedo arrepentirme ni un momento de haberlos tenido, son maravillosos.
La Biblia dice que "Herencia de Jehová son tus hijos". Nos son dados para que los amemos, eduquemos, disciplinemos y hagamos de ellos personas de bien. Sobre ellos tendremos que prestar cuentas en los cielos.
Cuando pienso en prestar cuenta en los cielos, pienso que nuestra responsabilidad es grande. Se que es difícil en los días de hoy decirle a un hijo menor de 18 años que debe volver a la casa antes de la media noche, viviendo en Buenos Aires, donde las actividades comienzan después de las 10pm o que no vaya asistir a las conmemoraciones del DIA de la Primavera. Por cierto, fue mi primer DIA de la Primavera en Buenos Aires. Me extrañó que el Colegio de mi hijo tuviera clases mientras todos los demás habían dado el día libre a los muchachos. Ahora entiendo perfectamente porque me hijo tuvo clases, era para que por lo menos nuestros muchachos no estuvieron expuestos a toda la violencia, alcohol y drogas disponibles en los lindos parques en este famoso día. El saldo fue desastroso, parques llenos de basura, decenas de heridos y detenidos y hasta un muerto. Un día que tenía todo para ser lindo, primer día de la primavera donde los adultos regalan flores, los menores quedaron libres...
Pienso en los padres de estos muchachos que fueron para los parques con las hieleras llenas de bebidas alcohólicas, cigarrillos, mientras ellos trabajaban. Los muchachos necesitan límites, tenemos que incomodarlos, hace parte de nuestro trabajo como papas. Evadir esa responsabilidad es sembrar lo que no quisiéramos recoger después, cuando en vez de recibir un muchacho feliz de vuelta a la casa, tengamos que reconocer un cuerpo en la morgue. Quien ama, disciplina pero con amor, cuando mi corazón me dice que no debo permitir a mi hijo que salga, tengo que tener un ambiente de amor, armonía familiar, de paz en la casa para ofrecerle a cambio. Los hijos no hacen lo que decimos, sino lo que hacemos. Ellos repetirán todo lo que aprenden en el hogar, son el reflejo de lo que vivimos en el día a día. Pidamos a Dios que nos fortalezca para que nuestros comportamientos sean dignos de ser repetidos por nuestros hijos allá afuera, delante de sus amigos y del mundo. Después de todo, de esto tendremos que dar testimonio en los cielos.